jueves, 5 de julio de 2007

TERRITORIO COMANCHE: PERIODISMO DE GUERRA



El periodismo es una de las profesiones más peligrosas del mundo, demanda por ello arriesgar la vida al servicio de la información.
En, él encontramos una constante lucha entre la muerte, ética y el deber de informar.

Los reporteros de guerra muchas veces se sienten obligados a dejar sus cámaras para socorrer heridos, escarbar entre los escombros para rescatar los cuerpos sin vida de inocentes víctimas de la guerra y del odio sin límites del hombre.

“Territorio Comanche” es una obra de ficción que expone los hechos más crudos de la guerra. A su autor, Arthuro Pérez Reverte, se le atribuye el mérito de crear una fusión del periodismo de acción y la literatura, una novela-reportaje donde se muestra la guerra a través de una óptica singular: la de los enviados especiales en el conflicto de los Balcanes.

Aquí Pérez Reverte relata a modo de catarsis las experiencias vividas durante 21 años como corresponsal de guerra.
Esta novela presenta una visión descarnada y lúcida de algo que no se aprende en las aulas de periodismo: La historia de un territorio hostil, brutal y sangriento, donde la vida queda en segundo plano.

La disyuntiva que surge en el campo de batalla siempre será: Captar en una buena imagen, moribundos bajo los escombros o, dejar la cámara a un lado para rescatar de las ruinas a niños mutilados, como lo relata el autor.

“Allí los reporteros salvan a duras penas sus vidas con chalecos antibalas y cascos, les disparan a la ida, vuelta y durante las filmaciones. Sus objetivos son filmar el impacto de una bomba, ataques, derrumbes; lo cual resulta muy difícil pues nunca saben donde caerá exactamente. Se pueden pasar la vida filmando a diestra y siniestra en mitad de los bombardeos sin conseguir un plano que merezca la pena; nunca sabes a quien le van a dar, y cuando lo consigues resulta se pura casualidad”.

El eterno dilema en “Territorio Comanche” es que demasiado lejos no consigues la imagen, y demasiado cerca no te queda salud para contarlo. Además lo malo de ir recogiendo restos de metralletas o morteros no es que te caigan demasiado cerca, sino encima.

Algunos reporteros no usan chalecos ni cascos, por ser molestos para trabajar con sus cámaras, lo cierto es que han lidiado tantas veces con la muerte que en la guerra es sólo un compañero más que va con ellos a todas partes.

“El problema de la televisión, como menciona su autor, es que la guerra no puede contarse desde el hotel, sino que es preciso esta allí donde ocurren las cosas. Uno llega, se pone la Betacam con plano medio y el aire a la derecha y comienza a grabar; cuando hay tiros, las entradillas son muy vistosas, pero muchas veces aquello no vale por el ruido. Otras veces queda en blanco, mirando la cámara, incapaz de articular palabra, y después llegas al canal y siempre hay alguien que pregunta si los tiros son de verdad, y tú no sabes si tomártelo a la broma o contestarle que: También se paga a los heridos para que se dejen herir y a los muertos para que se dejen matar”.

También hay muchos que dicen ser periodistas, pero sólo llegan a la zona de conflicto para tomarse una foto e irse lo ante posible. Éstos son periodistas con mucha prisa, que a su regreso realizan conciertos de solidaridad a favor de las víctimas e incluso escriben libros” para enseñarle al mundo los temas más profundos del conflicto”.En suma sabrán de la guerra sólo en teoría, lo suficiente para promocionarse como buenos reporteros; mas no para ser testigos presenciales de la guerra.

Ser periodista es mucho más que buscar información en terceros; ser periodista es estar en el lugar de los hechos arriesgando incluso la vida al servicio de la información.

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