lunes, 9 de julio de 2007

Reencuentro del público con el teatro

El 2000, fue un año caracterizado por la aguda crisis política, por el enmudecimiento, sordera y ceguera popular, por inesperados y desagradables destapes de corrupción. Estos traumáticos sucesos parecieron haber afectado el espíritu artístico de los trujillanos. El interés y la motivación por el arte se esfumaron.

La ausencia del público era notoria en las presentaciones teatrales realizadas, ya sea en Teatro Municipal o en el INC. Los asientos en su mayoría estaban siendo ocupados por los fantasmas quienes abundan en esta ciudad.

Esta insostenible situación entristeció el alma de los artistas, lo cual les motivó a realizar sus espectáculos en las calles.

“Tierra de teatro”, fue un grupo integrado por tres jóvenes estudiantes del Instituto Nacional de Cultura. Ellos tomaron la iniciativa de hacer teatro de calle.

Decididos Rubén Zoto, José Arteaga y Douglas Chotón alistaron maletas y se instalaron en la Plaza de Armas de Trujillo. Cargaron vestuario, maquillaje y todo instrumento que necesitaran para la actuación como zancos. En los primeros minutos los transeúntes esquivaron sus miradas a los jóvenes quienes entregaban sonrisas para tratar de llamar su atención. Veinte segundos después, se desplazaron hacia el monumento, que en ese preciso instante estaba siendo fotografiada por los turistas. Luego de alguna toma por aquí y por allá, Rubén Zoto realizó los primeros gestos de mimo, que iban despertando curiosidad. Inmediatamente a su alrededor se fue formando un tumulto de todo tamaño que miraba silenciosamente el movimiento de brazos del artista.

Entonces así comenzó el espectáculo. Primero presentaron Preso Cazado; enseguida El reino de las tumbas y finalmente una coreografía. De ese modo termino la primera presentación en diferente espacio, sonde el telón solo formaba parte de la imaginación. El espectáculo duro veinte minutos. Luego uno de ellos, el crespito sacó un pequeño sombrero, que era señal de colaboración.

En la tarde volvieron al mismo lugar, pero con un espectáculo diferente. Logró reunirse sólo quince personas. Pero no tuvo importancia. Los presentes disfrutaron al máximo. Olvidaron por unos minutos sus problemas emocionales y económicos. Liberaron el estrés de la mañana. En fin, ellos mantenían el suspenso en cada movimiento y palabra de los actores.

Apenas terminó el espectáculo, los aplausos no se hicieron esperar así como los comentarios. Las personas fueron desplazándose embargados de alegría y las ganas de regresar.
Esto se repitió durante la semana. Pero el número de espectadores fue disminuyendo. De tal manera, que obligó a los artistas tomar otros rumbos. Estaban tristes por la actitud de las personas hacia el arte. No valoraban el talento y trabajo de los artitas locales.

Algunos de los destinos elegidos fueron Chepen, Pacasmayo, Cajamarca, Huanchaco y Ascope. En un inicio, para llegar a estos lugares, ellos fueron llevados sin costo alguno. Los choferes estaban gustosos de transportarlos. Dentro del vehículo, anunciaban sus presentaciones e invitaban a los pasajeros.

Recién llegados emplearon algunos minutos de su escaso tiempo en recorrer calles , plazuelas y mercados.

Luego de escoger el lugar, donde la concurrencia de las personas era masiva, dieron comienzo a su presentación. Ante miradas extrañas de los viandantes, el actor Zoto hizo un despliegue de preparativos para llamar la atención, hasta conseguirlo. Los números artísticos presentados eran los mismos que se realizaron en Trujillo. Pero el dinero recaudado no. Tuvieron lo suficiente, que le permitieron pagar un hotel y alimentarse.

El cariño de la gente se expresó de diferentes maneras. Algunas personas le ofrecieron techo y comida, otras brindaron su atencion. De ese modo el reencuentro con el teatro trujillano se afianzó. Los artistas prometieron seguir con sus presentaciones teatrales en la calle.

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