martes, 3 de julio de 2007

El desarrollo de las elites literario – periodísticas en la región

Por: Emerson Cardozo Mera

El viejo poeta italiano Dante Alighieri dijo alguna vez que es muy triste recordar la felicidad en tiempos de decadencia. Tal vez sea la frase que mejor exprese el alma de quienes aman las buenas letras, al evocar la época dorada de la pluma y el papel, de los círculos literarios, del cenáculo y el café.

De igual manera es también triste constatar que las tradicionales imprentas trujillanas, que otra hora, realizaban publicaciones de artistas y cultores de la talla de Orrego, Ciro Alegría y otros hayan desaparecido, de la misma manera que sus publicaciones fueron a parar en las biblioteca particulares de algunos viejos intelectuales o en las manos profanas de un comerciante.
Pero todo ello es la otra cara de la luna, la que no se percibe, de la que casi no se sabe nada. Pero recordemos el desarrollo de las elites literarias y sus relaciones con el periodismo en la historia trujillana.

Desde la invención de la imprenta, la socialización de la palabra escrita fue muy sencilla, se formalizó la simbiosis natural entre el periodismo y la literatura, y tuvo como recipiente a la prensa. Ambos simbiontes son aprovechados por quienes comprenden esta extraordinaria combinación, para producir artículos con técnicas literarias o producir novelas con formas sencillas y precisas del periodismo, que actualmente se conoce como periodismo literario. De allí que Realidad y Ficción, antes que excluyentes son concomitantes.

Lo mismo ocurrió con los escritores literatos y escritores periodistas que se mostraron en las diferentes elites literarias de Trujillo. Pero de todo ello algo es verdad, que éstas dos topologías de escritores, tuvieron un origen común en los periódicos, tanto en la prosa como el verso.

En realidad no existe abundante investigación acerca de este tema, pero se puede distinguir claramente algunos círculos de intelectuales, como “Grupo Norte”, “Trilce”, “Aramauta”, entre otros.

El más antiguo y el más plural del genero sexual de dichos grupos, es el circulo “La primavera”, que vio la luz por primera vez en enero de 1887, después del holocausto cometido por parte de los chilenos. La Primavera tuvo una gran aceptación en la región, en Lima y el extranjero. Se convirtieron en el informativo de los hechos culturales, políticos y sociales del Perú y el extranjero, en el eco de Gonzáles Prada tras el desastre de “la Guerra del Pacífico”. Apostaron por la reconstrucción moral y material del país. Aunque tuvo una existencia corta, hasta 1889, superó los problemas económicos que devinieron con la guerra. Entre sus representantes se encuentran Eduardo González, María Tránsito Puga y Reyna, entre otros. Todos ellos, perfectos desconocidos.

Hacia 1915, el Grupo Norte, bautizado como La Bohemia de Trujillo por Juan Parra del Riego, levanta un mensaje nuevo colmado de arte y conciencia histórica para Trujillo. Conocido como Grupo Norte, en alusión al lugar donde frecuentaban, diario El Norte. Era un grupo de intelectuales con anhelos comunes, deseosos de transmitir su mensaje. Seguidores del modernismo de Rubén Darío, fueron dirigidos por el filósofo y crítico de arte Antenor Orrego. Se reunían para tertuliar acerca de doctrinas del pensamiento y movimientos artísticos de la época.

El diario El Norte resultaría ser insuficiente para expresar sus ideas, así que se ampliaron en otros diarios como La Reforma y La Libertad, en Trujillo, y El Amauta de José Carlos Mariátegui en la capital. Pero fue en 1919, cuando vallejo publica “Los Heraldos Negros” y marca el ingreso triunfal del Grupo Norte en la historia literaria de América y el mundo, dice Rivero – Ayllón.

Conformaban junto a Antenor Orrego, César Vallejo, víctor Raúl Haya de la Torre, el director del diario Norte Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre. Después se integrarían Ciro Alegría y otros.

Dicho grupo contaba con intelectuales provenientes del interior de la región especialmente de Santiago de Chuco, Huamachuco y de otras regiones como Cajamarca.
“Cuadernos Trimestrales”, uno de los grupos exclusivamente literarios de la región contó como máximo representante al cajamarquino Marco Antonio Corcuera, aunque no fue periodista cumplió una eficiente labor difusora en el campo de la poesía dentro y fuera del país, además de publicar artículos, prólogos, etc. de ingenio periodístico. Lo que no obtuvo en el periodismo académico lo obtuvo en la práctica literaria.

Otro de los grupos fue Peña del Mar, fundada en 1949 por un grupo de jóvenes que sin ambicionar la fama, lograron alcanzarla en corto tiempo. El principal representante de esta generación Manuel Jesús de Orbegozo (Otuzco, 1923), diría: “Nuestra profesión de fe era la poesía y la prosa, estábamos muy lejos de ambicionar fama o protagonismo alguno”. Esto resume en esencia al grupo, quienes se sentían herederos Vallejo. Tiempo después se fueron uniendo personajes como Alejandro Romualdo, quien impresionó al grupo con su poesía contestataria.

En 1958, el profesor ascopano Teodoro Rivero Ayllón, junto al poeta otuzcano Juan Paredes Carbonell y el caricaturista Manlio Holguín Gómez fundan el Grupo Trilce, en memoria del poeta santiaguino César Vallejo. Rivero Ayllón se habría formado a partir de la figura de Francisco Sandoval. La mayoría de su membresía eran estudiantes de la Universidad Nacional de Trujillo, las puertas de Trilce se abrieron a jóvenes marxistas aunque en su mayoría era conformado por poetas apristas, se sumaría a dicho grupo el narrador Eduardo Gonzáles Viaña, entre otros.

Más grupos recientes y de marcada relevancia son el grupo Aramauta, comprometidos con el indigenismo y fundada por el huancavelicano Munárriz Boluarte, con participación de Llanos Horna. Grupo de Arte Trujillo (GAT) con la figura de Watanabe, grupo Greda, etc.
Es importante destacar que en las últimas décadas ha aparecido un grupo exclusivamente femenino, poniendo en relieve la participación de las mujeres en el proceso histórico cultural de la región, me refiero a al agrupación de escritoras norteñas lideradas por Teresa Guerra-García de Rodríguez Nache.

El presente articulo, más que una historia del proceso literario en Trujillo, es un llamado al reconocimiento histórico – cultural, a la memoria ingrata, al que hacer periodístico y literario en la región.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es bueno aún saber que son pocas las personas que se interesan por todo este legado histórico literario que dejaron los más ilustres escritores, a quienes le debemos todo ese renombre de Trujillo como la ciudad culta, pero lo malo es que deberíamos hacernos al pregunta ¿realmente me puedo considerar culto? bueno eso queda a conciencia de cada ciudadano. Interesante su artículo para quienes no conocíamos mucho acerca de estos grupos literario periodísticos digámoslo así que es un jalón de orejas para quienes seremos parte de este ámbito periodístico.