martes, 19 de junio de 2007

Urge control sanitario en los trabajadores del botadero

BASURA NUESTRA DE CADA DÍA
El cinturón de pobreza que rodea nuestra ciudad se levanta en los vertederos de basura, los mercados, y en las fuera de nuestras viviendas donde muchas personas se afanan en seleccionar materiales reciclables antes que las bolsas de nuestros desperdicios se las lleve el camión colector de la municipalidad. Esto para obtener algo más de 4 soles al día. En esta "ciudad de la basura" decenas de perros vagan entre montones de plásticos, cristales y residuos orgánicos, buscan lo mismo que las personas que trabajan entre la basura para poder sobrevivir, en estas condiciones de vida se degrada la dignidad de estas personas, cuyo porvenir es incierto, no se conoce otro futuro mas que la recolección de reciclables 12 horas al día entre cerros y cerros de basura.

El botadero de basura de nuestra cuidad (porque no es un relleno sanitario) esta situada en el distrito El Milagro en la parte posterior del penal del mismo nombre y se extiende en dos kilómetros cuadrados aproximadamente. Cada día, más de 200 camiones vierten toneladas de basura que es inmediatamente seleccionada por mas de 500 familias que viven de la recolección de reciclables y desperdicios orgánicos. Estos `pepenadores´, nombre con el que se conoce a los trabajadores del tiradero, suben a las colinas de basura, cartón, vidrio, plástico y aluminio. Soportan frío, viento, lluvia, calor y lo que es peor, un olor nauseabundo que lo impregna todo, siendo su única protección la ropa que llevan puesta y un trapo amarrado a la cara como bozal; pero estas familias no sólo reciclan sino también llevan a pastar sus cerdos para alimentarlos con los desechos del basurero y luego comercializar su carne en los principales mercados de la ciudad.

Urgencia sanitaria.
En un entorno tan deteriorado como el que se da en este sector de la población, la educación debe completarse con servicios sanitarios y formación en hábitos de higiene. Sin embargo, y a pesar del alto índice de enfermedades gastrointestinales, favorecido por la ausencia de desagües y agua potable, doña Magdalena, pobladora del lugar, se siente tranquila en los basurales. “Llevo trabajando aquí 25 años y nunca me ha pasado nada; me he pinchado y cortado –explica mientras muestra sus manos llenas de cortes y magulladuras- y nunca he agarrado nada malo”.

Pero las infecciones son una constante entre los trabajadores del basurero y la población de los barrios colindantes. Como Doña Magdalena, los pobladores de la zona se las arreglan para reunir 50 soles y poder comprar agua de la cisterna del municipio que les visita una vez al mes; de no ser así deben ir a pie y en el mejor de los casos en burro hasta la ciudad para comprar el tan preciado elemento. A pesar de esta situación, los servicios de salud gubernamentales no visitan esta zona.

A las precarias condiciones medioambientales de este sector, hay que unir un alto índice de desnutrición que agrava los problemas de salud de los habitantes de esta zona. La desnutrición es consecuencia de la baja calidad de los alimentos, la mayoría de los cuales son adquiridos en el límite de caducidad o recogidos de los desechos de la ciudad. Esta situación afecta, sobre todo, a la población infantil, como refleja su altura y peso, por debajo del nivel óptimo.

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