Decíase pues de un gran señor: Eduardo Quiroz que cuando niño era travieso, despierto, inquieto, no podía estar en un solo lugar o haciendo una sola cosa. Y aunque estas características son propias de los niños, este tenía una cualidad particular: era muy preguntón, así lo describe un familiar suyo. Desde ya, en ese carácter dinámico, propio de los comunicadores, mostraba a su corta edad su aptitud para el periodismo.
Como es natural, el tiempo pasa y como todos, él fue creciendo también. Para cuando era un joven ya, tenia sus ideas claras y como pocos jóvenes sabía por donde se inclinaba su verdadera vocación y supo ser perseverante y se preparó e ingresó a la Universidad Nacional de Trujillo a la carrera profesional de, en ese entonces, Periodismo, ahora se llama Ciencias de la Comunicación; allí, como a todo estudiante, se le dio la oportunidad de formarse como profesional, y para satisfacción suya y de sus padres aprovecho la oportunidad que se le brindaba y supo dar buena cuenta de ello puesto que destacó como alumno y supo cultivar y moldear el carácter y personalidad de un periodista profesional como tal. Ese espíritu solidario y colaborador propio de la gente que nace con calidad humana y el don de gente le permitió, tras la revelación de su talento para dibujar la letra gótica, ayudar en la colocación de los nombres a los títulos que se entregaban año a año en la universidad.
Una vez que terminó la carrera, se metió en varios proyectos como la fundación de la revista universitaria “Contacto Directo”; fundó también el diario “El Liberal”. En fin… en todo momento demostró ser bueno en lo que hacia. Posteriormente paso, de ser alumno, ha ser profesor y se entregó de lleno e hizo todo un apostolado en su maestría, él mismo decía: mis alumnos son como mis hijos y baya que papá era que ponía todo su esmero por enseñar lo que mejor sabía hacer, porque hasta la ortografía corregía con los ya acostumbrados percentiles. Para variar este señor, destacó también como profesor, no sólo de la Universidad Nacional de Trujillo, sino también de la Universidad Privada Antenor Orrego en la que sobresalió como decano de su facultad. Y por si quedara chico todo el trayecto recorrido por nuestro personaje, podríamos agregar la no menos loable acción de fundar la escuela de perioditos, ya que, como sabemos fue él mismo quien estuvo detrás del papeleo para la donación del terreno y también fue él quien puso la primera piedra para su posterior construcción. Estamos pues frente a un célebre del periodismo que supo sembrar en sus alumnos la semilla del querer saber y el querer hacer, además de demostrar con su ejemplo que uno es tan grande como sus ideales.
Hace unas semanas la vida de este maestro se apagaba como la puesta del sol sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo, es la ley de la vida ¿no? Esta vez nuestro Dios fue generoso pues nos prestó al maestro Quiroz por 84 años; y esta vida aplazar ante nuestros ojos no sólo deja el vació de no tener entre nosotros su persona sino que nos deja todo una vida de enseñanzas para aprender de ella. Es penoso que la vida de personajes como este se revelen en sus postrimerías para recién valorarlo; en nuestro Perú estamos acostumbrados a ver esto; pero ojo que lo que se ha escrito en este papel no es palabrería pañuelera para hacer sentir mejor a los familiares del que en vida fue; sino que es lo que se averiguó a cerca de la vida de este gran hombre: don Eduardo Quiroz Sánchez.
viernes, 15 de junio de 2007
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1 comentario:
Idem. Extemporáneo
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