En el campo de la literatura muchos autores producen obras sin siquiera sospechar cuál será su porvenir. Sin embargo estos trabajos son materializados gracias a su creatividad imaginativa del autor en su mayoría basado en sus experiencias personales. Es así que Arturo Pérez quizás no se imaginaría que su obra maestra Territorio Comanche trascendería las fronteras.
En esta obra, Pérez abandona por primera vez su faceta de narrador de ficciones para contarnos con visión más real sobre su trabajo de corresponsalía de guerra, en el cual muestra un panorama de vida hostil, sanguinario y bastante sacrificado, no sólo para los soldados de ambos bandos sino también, para los periodistas que van en busca de la noticia, como señala el autor: “Para un reportero en una guerra, Territorio Comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos mientras escucha el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos…”.
La importancia de esta obra no sólo radica en sus narraciones vivaces, sino en su discurso construido con descripciones subjetivas que muestra la historia desde un punto de vista concreto incluyendo pequeñas historias ya ocurridas y con lenguaje coloquial comprensible para la mayoría.
Territorio Comanche, es una novela atractiva por dos razones fundamentales: primero por estar basada en vivencias reales del autor mientras fue corresponsal de guerra, donde realiza excelente recuento que permite nos conocer muy de cerca el acontecimiento; y en segundo lugar porque es una novela que contiene historias cortas que hace muy amena la lectura.
Otro aspecto importante es con relación a los protagonistas tanto por sus valentías y perseverancias que muestran en el relato. El compromiso y la responsabilidad laboral prima sobre todas las cosas, por ejemplo, cuando Márquez el primer día no consigue filmar el puente, ya que tiene que enviar información a España desde la base de comunicación a una hora establecida. Pero al final consigue filmar el puente cuando los soldados deciden derribarlo. Con todo esto hacen notar que ser reportero o corresponsal no consiste en captar cualquier cosa o imagen, sino el objetivo principal era capturar una imagen característica de la guerra que contenga el contexto real del acontecimiento.
Además la presencia de los periodistas en la guerra a parte de conseguir imágenes claras y significativas sobre lo que estaba pasando radicaba en llevar a la gente un mensaje de reflexión y solidaridad para que la población comprenda las consecuencias de un conflicto bélico.
Por otra parte la delicada labor que asumen los periodistas resulta para algunos valorativos, mientras para otros una incomodidad, tal es el caso que: “A medida que las guerras se hacen largas y a la gente se le pudre el alma los periodistas caen menos simpáticos, porque son quienes le sacan en la televisión en este caso para que le vea su novia entonces el periodista se convierte en testigo molesto. Pese a que en cualquier momento serían presa fácil mientras transcurre toda la historia”.
El eterno dilema es cuando el periodista, si está demasiado lejos no consigue la imagen, demasiado cerca no le queda salud para contarlo. La apasionante labor les obliga a preguntarse si existe aquí una ética en el filo entre la vida y la muerte. No sólo eso, qué pasa si difunde una noticia solo enfocado en hechos sangrientos y crea pánico en la población y si revela casos comprometedores indirectamente a quién favorece.
Es muy importante reflexionar respecto a esta historia que se relaciona especialmente con las tareas de un corresponsal de guerra, donde el periodista no sabe en que momento perderá su vida, rodeado de un escenario caótico donde la lucha es uno contra todos y viceversa.
Territorio Comanche como una simple historia de amistad y de trabajo en un contexto difícil tuvo un mensaje que encarnó con bastante credibilidad en el que nadie pudo impedir que los hombres sigan matándose hasta la consumación de los tiempos.
Finalmente es oportuno resaltar al autor de esta prestigiosa obra que hizo coincidir por primera vez en su relato los mundos del periodismo de acción y la literatura.
En esta obra, Pérez abandona por primera vez su faceta de narrador de ficciones para contarnos con visión más real sobre su trabajo de corresponsalía de guerra, en el cual muestra un panorama de vida hostil, sanguinario y bastante sacrificado, no sólo para los soldados de ambos bandos sino también, para los periodistas que van en busca de la noticia, como señala el autor: “Para un reportero en una guerra, Territorio Comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos mientras escucha el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos…”.
La importancia de esta obra no sólo radica en sus narraciones vivaces, sino en su discurso construido con descripciones subjetivas que muestra la historia desde un punto de vista concreto incluyendo pequeñas historias ya ocurridas y con lenguaje coloquial comprensible para la mayoría.
Territorio Comanche, es una novela atractiva por dos razones fundamentales: primero por estar basada en vivencias reales del autor mientras fue corresponsal de guerra, donde realiza excelente recuento que permite nos conocer muy de cerca el acontecimiento; y en segundo lugar porque es una novela que contiene historias cortas que hace muy amena la lectura.
Otro aspecto importante es con relación a los protagonistas tanto por sus valentías y perseverancias que muestran en el relato. El compromiso y la responsabilidad laboral prima sobre todas las cosas, por ejemplo, cuando Márquez el primer día no consigue filmar el puente, ya que tiene que enviar información a España desde la base de comunicación a una hora establecida. Pero al final consigue filmar el puente cuando los soldados deciden derribarlo. Con todo esto hacen notar que ser reportero o corresponsal no consiste en captar cualquier cosa o imagen, sino el objetivo principal era capturar una imagen característica de la guerra que contenga el contexto real del acontecimiento.
Además la presencia de los periodistas en la guerra a parte de conseguir imágenes claras y significativas sobre lo que estaba pasando radicaba en llevar a la gente un mensaje de reflexión y solidaridad para que la población comprenda las consecuencias de un conflicto bélico.
Por otra parte la delicada labor que asumen los periodistas resulta para algunos valorativos, mientras para otros una incomodidad, tal es el caso que: “A medida que las guerras se hacen largas y a la gente se le pudre el alma los periodistas caen menos simpáticos, porque son quienes le sacan en la televisión en este caso para que le vea su novia entonces el periodista se convierte en testigo molesto. Pese a que en cualquier momento serían presa fácil mientras transcurre toda la historia”.
El eterno dilema es cuando el periodista, si está demasiado lejos no consigue la imagen, demasiado cerca no le queda salud para contarlo. La apasionante labor les obliga a preguntarse si existe aquí una ética en el filo entre la vida y la muerte. No sólo eso, qué pasa si difunde una noticia solo enfocado en hechos sangrientos y crea pánico en la población y si revela casos comprometedores indirectamente a quién favorece.
Es muy importante reflexionar respecto a esta historia que se relaciona especialmente con las tareas de un corresponsal de guerra, donde el periodista no sabe en que momento perderá su vida, rodeado de un escenario caótico donde la lucha es uno contra todos y viceversa.
Territorio Comanche como una simple historia de amistad y de trabajo en un contexto difícil tuvo un mensaje que encarnó con bastante credibilidad en el que nadie pudo impedir que los hombres sigan matándose hasta la consumación de los tiempos.
Finalmente es oportuno resaltar al autor de esta prestigiosa obra que hizo coincidir por primera vez en su relato los mundos del periodismo de acción y la literatura.
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