domingo, 3 de junio de 2007

**Memorias de ayer y siempre**

Los grandes personajes de nuestra región han sido el paradigma perfecto para las nuevas generaciones de intelectuales, no sólo en la lucha por la integración de valores, sino, en su agudeza perceptiva de la realidad, de ese análisis proyectado en el tiempo a través de sus producciones; y, por supuesto, de esa mística que encierra su verbo literario.

Las expresiones de los poetas liberteños tuvieron como principal fuente la íntima relación que guarda la Literatura y el Periodismo, ese contacto entre realidad y ficción, que, hasta nuestros días, guarda mucho que desear en el retrato del nuevo periodismo. Quizá suene un tanto sentimental, pero los jóvenes valores que surgieron o se presentaron en nuestro medio, aportaron con su invalorable óptica subjetiva, siendo muestra de una perseverancia y un optimismo encendido en las mentes y corazones de estos conspicuos espíritus.

Para crear y realizar “decidios” no hace falta ser periodista, ello ha quedado demostrado en la producción de las nuevas figuras del medio poético y narrativo. Muchos de los que integraron los distintos grupos de la élite literaria se habían formado en Pedagogía, Derecho y se desenvolvían en otros campos, que, no precisamente era el periodismo. El destino por los caminos poéticos o narrativos de estos autores eran relativamente inciertos, sin embargo, la génesis de su carrera brillaba en la consuetudinaria labor periodística realizada en distintos diarios del medio.

Una de las más reconocidas expresiones literarias la concibe el Grupo Norte, que cobijaba en su seno a jóvenes intelectuales y artistas anhelosos de manifestar sus pensamientos. En sus tertulias versaban sobre las distintas doctrinas y corrientes de la ideología y del arte de entonces. El grupo en sí, nunca buscó una identidad nominal, no obstante, era conocido como el Grupo Trujillo, hasta que Juan Parra del Riego lo denominó públicamente la Bohemia de Trujillo.

En las instalaciones del diario El Norte se frecuentaban las reuniones, y, desde entonces, fue conocido como Grupo Norte. Entre las figuras representativas de esta agrupación encontramos a César Vallejo, Antenor Orrego, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, entre otros.

“Vivíamos, recuerda Orrego en uno de sus libros, una vida mental realmente noble y superior. Mentes lúcidas y curiosas todas, cada una aportaba un alcance y una luz nuevos. Así nos reeducamos y nos adueñamos de las disciplinas espirituales que la escuela y la universidad no nos pudieron dar(...)”.

Indudablemente, el Grupo Norte ha dejado huella con cada uno de sus integrantes; es admirable el pensar y sentir de estos ilustres que aportaron, no sólo a la cultura de nuestra región, sino a la del mundo. Es admirable encontrar entre nuestros circunspectos peruanos, jóvenes que, en su momento, pusieron a prueba sus conocimientos y echaron a andar su imaginación cimentada en un programa concienzudo de la realidad, en lo duro que significa aveces vivir y convivir con agentes portadores de antivalores.

Ya en 1958, por iniciativa de Teodoro Rivero Ayllón, Juan Paredes Carbonel y Manlio Holguín se forma el Grupo Trilce. Estos jóvenes eran indiscutiblemente vallejianos y apristas, de allí que cuando se pensó en el nombre del grupo literario optaron por el neologismo utilizado por César Vallejo en 1922.

Un notable espíritu literario de este grupo, es el actual docente del Departamento de Lengua y Literatura y de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UNT, Juan Paredes Carbonel. Aunque temido por sus alumnos en las clases del curso de Estilística, ha alcanzado renombre como crítico literario desde la publicación de su Tipología del discurso poético de César Vallejo.

A lo largo del camino del estudio, la creatividad y el análisis de la realidad, se ha percibido muy pocas veces la presencia de la mujer liberteña en las manifestaciones literarias de los grupos formados. Existen dos puntos contrarios que pueden ser la causa de la ausencia de escritoras en el contexto del arte de la palabra; uno de ellos, la marginación por su condición de género; otro, la falta de interés por parte de éstas en el trazo del pensamiento a la palabra escrita.

La Agrupación de Escritoras Norteñas, fue un acto reivindicativo protagonizado por un grupo de escritoras lideradas en Cajamarca el 12 de Octubre de 1992. La iniciativa trascendió a otros departamentos de nuestro país y en Febrero de 1993 se constituyó la de Trujillo, logrando una representatividad norperuana.

Vehículo importante para la convocatoria e integración de otras mujeres a la agrupación, fue la Revista Somos Mujeres, dirigida por Cristina Alvarado de Cava. Es necesario mencionar la participación de una profesional destacada, integrante de esta Agrupación, Martha Graciela Lamela Ríos. Actualmente, tiene bajo su responsabilidad la dirección de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de trujillo, donde se desempeña también como docente.

Resulta alentador ser testigo de tan notable constelación artística. Echar un vistazo a su loable labor, a toda esa gama de valores que contiene cada producción literaria, hace que el símil marque su paso con los jóvenes de hoy. Definitivamente, la universidad brinda pautas para la formación, en algunos casos disonante a la realidad; en otros, muy concordante. Pero sea cual fuera la situación, los paradigmas de hoy y siempre, deben palpitar en muestras mentes y almas, como aquella noche inspiradora o aquel amanecer que le da la bienvenida a un nuevo día en la vida profesional.
El reto está planteado y la memoria de cada uno de estos personajes debe perdurar en la historia y en la cultura de los que vendrán, debe no sólo quedar en hojas de papel, sino, ser transportado con nuevos ideales, con un espíritu lleno de valentía y fe poética; debe, reflejarse en las manos de aquel escritor joven que aún no descubre su camino, que no identifica el verdadero estar de su presencia. Por los grupos literarios de ayer y siempre, intentemos abrir las alas a un gran cielo de letras.

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