domingo, 10 de junio de 2007

La Santa Misa en la Iglesia La Merced

Eran exactamente las 10 de la mañana y las centenarias campanas de la iglesia La Merced anunciaban el inicio de la santa misa del domingo en medio de un intenso frío. Los feligreses empezaban a llegar al recinto y algunos turistas aprovechaban su corta estancia en el lugar para tomarse algunas fotos y admirar la belleza de esta iglesia que se ha convertido en uno de los principales atractivos del centro histórico de Trujillo. Mientras tanto, en el interior el padre Cabrejos iba preparando todo para el inicio de la ceremonia, que de costumbre contaba con la presencia de los alumnos del colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo, los cuales concurren a dicha iglesia todos los fines de semana, con su clásico terno azul marino.

Las personas seguían llegando, padres de familia se hacían presente con sus pequeños hijos, también ancianos y jóvenes cruzaban el portón principal para adentrarse en la iglesia con la finalidad de escuchar la palabra del Señor. Esta vez el motivo era especial por la celebración del Corpus Christi, la cual es una fecha muy importante para la religión caótica en todo el mundo, y el padre Cabrejos no podía ocultar su alegría y nerviosismo a pesar de tener una basta experiencia en dirigir la santa misa. Dicho entusiasmo lo compartió con todo el público asistente, el cual se identifico de manera plena con esta festividad, comprometiéndose a participar a través de un temeroso si, que dieron como respuesta. El ambiente que se vivía allí era diferente en comparación a otras iglesias, no se había presentado ningún contratiempo, la gente católica y no católica llegaban y procedían a sentarse, al parecer con gran interés, no se cansaban de murmurar sobre las actividades con motivo del Corpus Christi y algunos comentaban sobre la decoración de la interior de la iglesia, la cual era bellísima , otros en cambio se mostraban preocupados por sus hijos que con el pretexto de comprar , salían de la iglesia y solo regresaban al termino de la misa.

La gente concurría masivamente a esta iglesia no solo por el hecho de vivir cerca de esta, por ser familiares de los alumnos del colegio seminario, por simple curiosidad, o talvez por obligación, al contrario era por su propia voluntad, esa era la verdadera razón y como muestra de ello se puede apreciar todos los domingos un lleno total dentro de la iglesia.
La gente esperaba con ansias el inicio de la santa misa y se preparaban coreando algunos cánticos religiosos, hasta que al fin el padre hizo su ingreso al altar e inmediatamente todos se pusieron de pie, claro esta, sin dejar de corear los cánticos. El padre se sentía como en familia, alrededor se encontraban varios rostros amigos y un gran grupo de fieles que respaldan su labor sacerdotal. El padre era conocido por su forma tan amena y sencilla de hablar ante el público. La amabilidad con la que trataba a sus fieles y el respeto con el que se les dirigía era algo característico en su persona.

Los hombres y mujeres que se encontraban sentados se entregaron a vivir plenamente ese momento. El grado de concentración se podía apreciar en sus miradas, absolutamente todos mantenían sus ojos fijos en el padre Cabrejos, nadie se atrevía a hacer el más mínimo ruido, ni mucho menos pararse para poder salir del recinto, el momento parecía ser algo mágico, todos tenían sus cinco sentidos puestos en atender el mensaje de Dios. Ni la helada mañana era capaz de endormecer sus cuerpos, de penetrar en sus mentes, de retorcer sus huesos. Ellos encontraban abrigo en medio de tan hermoso escenario rodeado de estatuas de santos y de mausoleos, de velas acabadas por tantos rezos, de flores secas y marchitas, de ruegos y de lágrimas que nacen del corazón.

Fueron sesenta minutos durante los cuales, la gente se transportó a un lugar donde reinaba una quietud única y donde solo existían alabanzas hacia el padre celestial.

La ceremonia llegó a su fin y posteriormente se emprendió la lenta retirada por un camino que los conduciría a la búsqueda de la ansiada paz para sus corazon.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mejorar el titular.

Utilizar el estilo azoriano. Los párrafos son muy largos. Cuidarse de los términos comunes. Usa diálogos, citas, anécdotas,comparaciones, moralejas. Imprime mayor color a la historia. Que se pueda "percibir", el olor, el ruido, los silencios de la iglesia, etc.