lunes, 18 de junio de 2007

TRADICIÓN QUE UNE


El sol se oculta y las luces comienzan a encenderse. Camino a paso acelerado, pues mi único objetivo es llegar temprano a la clase de italiano. De pronto, la preocupación que invadía mi mente fue desapareciendo a medida que un delicioso olor llegaba a mi olfato. Entonces, “como cual perro buscando su comida”, me puse a buscar el lugar de donde emanaba tan exquisito olor.

Antes de doblar la esquina, entre el pasaje Raimondi y la av. Mansiche, logro ver un desapercibido y pequeño letrero que dice: “Doña Melva”, el cual muestra una serie de platos populares. Unos pasos más allá, me encuentro con una multitud de gente y una infinidad de carros- desde los más simples hasta los más lujosos- que rodean el negocio. “No importa la espera en tanto frío, sino las ganas de poder degustar los platos módicos que prepara Doña Melva” dice una de sus fieles clientas.

En este espacioso y descubierto lugar no importa quien eres, si eres un prestigioso funcionario, el más hábil de los empresarios, o quizás un estudiante que cuenta los soles para darse un gusto. Los desprotegidos y los discapacitados, también concurren asiduamente a este lugar para probar todos estos potajes que “Doña Melva” ofrece diariamente.

Curioseando, note que la principal herramienta de este negocio es un “triciclo”, sí, un triciclo adecuado ingeniosamente por esta negociante, en una cocina de cuatro hornillas que funciona a gas, además, de utilizar la parte superior como mesa para servir los ansiados platos; convirtiéndose así, en “todo un triciclo multifacético”.

“El titanic”, es la denominación especial que le da “Doña Melva” a este medio de transporte. Imponente triciclo que permite preparar toda una delicia de platos que son autóctonos de nuestro país como la famosa papa rellena, los deliciosos y mielosos picarones, las cachangas fritas, los rellenos y también el pollo broaster aunque este último fue adoptado de otro país. Y para la sed una deliciosa chicha morada o quizás para abrigar el cuerpo un café bien caliente.

Melva Cruzado de Rodríguez, de 48 años de edad es una mujer activa y hábil para los negocios. Desde muy niña ayudaba a su abuelita en la venta de picarones en la avenida España. Años más tarde se caso y tuvo dos hijos; desempleada y con la responsabilidad de llevar un sustento a su hogar, decidió continuar con el negocio que su abuelita había dejado. Desde entonces “mamá Melva”- termino utilizado por los niños al referirse a ella – prepara sus deliciosos y baratos platos para toda clase de público, radicando el éxito de su negocio en la buena atención que les da. También es cosmetóloga, ha sido campeona en ventas de libros y comerciante de mercadería de ropa.

“El trabajo para mí es lo más importante, de ello, depende el sustento económico de mi familia. Atendemos domingos y hasta feriados de 4 de la tarde hasta las 11 de la noche, claro, menos noche buena y año nuevo, pero eso sí, al día siguiente atendemos normalmente”. Mientras escuchaba atentamente a la señora, unos de sus trabajadores la señalaba y a manera de guía los llevaba hasta ella. Era un joven con su enamorada que se acercaron para pagarles su pedido, ella muy amable y con una sonrisa en el rostro les dice “si amiguito que desea”, él le responde “una papa rellena”, ella con mucha cautela y disimulo le dice el precio “a un sol joven”, le paga y le da su ticket diciéndole “muchas gracias y que lo disfrute, en algo más le podemos atender”. Su amabilidad sin distinción de clases sociales es la cábala que le da el éxito a su negocio, además, de la buena preparación y sabor que le da a estos platos populares.

Gracias al conductor del programa “La voz de la calle”, que a manera de bromas y carcajeo publicita este negocio ambulatorio haciéndolo cada vez más conocido. Ahora, aproximadamente mil quinientas personas de “diferentes clases sociales”-por así decirlo- concurren a este lugar a diario. Es toda una mixtura de públicos que nuestra sociedad alberga, pero, que para “Doña Melva” a través de mucho sacrificio y empeño logra unirlos mediante un sabor tradicional.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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