Las élites literarias formadas y manifestadas en Trujillo a través de los medios de prensa que los cobijaron, tuvieron espontáneas agrupaciones, casi sin paradigmas y sobrevivieron en un ambiente tormentoso, en medio de la avalancha alienante de una tecnología deshumanizante, sobreponiéndose a puño limpio contra esta adversidad.
En estas circunstancias los denominados medios de información y manipuladora de conciencia social, cada vez se mostraban menos dispuestos a incentivar a los intelectuales dedicados a prácticas culturales.
La difusión de las obras de creación artística particularmente de los escritores literatos tropezaron y fueron opacados que se vieron en un problema que nunca favoreció el desarrollo intelectual creativo.
Es más, la falta de una política cultural del gobierno y la omisión al deber legal de la investigación y creatividad como requisito indispensable para el ejercicio de la cátedra, constituyeron vallas coadyuvantes y obstáculos para no realizar el quehacer cultural.
En las décadas 50 y 60 estos personajes, hoy conocidos por algunos como “cholos baratos”, alcanzaron su máximo auge pese a las circunstancias difíciles que repercutieron sus labores diarias.
Si revisamos la historia detenidamente, las élites literarias surgidas en nuestra ciudad durante este periodo, fueron muy distinguidas con nitidez, algunos grupos como: La Primavera, Peña del Mar, Trujillo, Cuadernos Trimestrales, Trilce y Aramauta aunque no fueron los únicos.
El quincenario La Primavera, conocido como “órgano literario de la juventud de Trujillo”, salió en los años 1887, en sus páginas informaba sobre acontecimientos políticos institucionales y sociales de su actualidad. Cumplió dinámica labor de difusión de la producción literaria. Su aparición sobre los escombros aún humeantes de la Guerra del Pacífico en la que alguno de los integrantes del grupo cumplió rol protagónico, signó su espíritu patriótico. Su desaparición fue presuntamente por falta de papel, ya que la ciudad de Trujillo estuvo azotado por diversos estragos que repercutieron en su desarrollo.
Posteriormente hacia 1923, emerge el grupo Norte, era una constelación brillante, un grupo homogéneo y afín de jóvenes intelectuales y artistas anhelosos de decir su mensaje. Antenor Orrego era uno de los integrantes, un genial filósofo y acertado crítico de arte.
Tocó a esta joven generación librar heroica campaña contra todo lo que significara domesticidad, rutina, obsecuencia servil. Cuando César Vallejo publica su poemario Los Heraldos Negros, había nacido una revolucionaria poesía en nuestro país, marcó el ingreso triunfal del grupo en la historia literaria de América y el mundo.
Luego nace la revista especializada Cuadernos Trimestrales de poesía. Cumplió eficiente labor defensora del arte, en general, y de la poesía en particular, dentro y fuera del país.
Posteriormente aparece el grupo Peña del Mar por la voluntad de jóvenes enamorados de la literatura, amistad y la vida.
En 1958 se ideó el Grupo Trilce, la mayoría de los integrantes eran estudiantes de la UNT, que políticamente estaban muy cerca al aprismo. Las puertas de Trilce se abrieron para la generación de artistas jóvenes del momento, entre ellos algunos marxistas y admiradores de la Revolución Cubana.
No todos los trilcistas incursionaron en el periodismo.
Finalmente en 1969 fue concebido el Grupo Aramauta como un tufillo antivallejiano.
En este contexto era notorio la existencia de un correlato natural entre el periodismo y la literatura, la prensa fue recipiente de la creatividad de los literatos. En nuestra actualidad se conoce como periodismo literario.
Básicamente la relación periodismo-literatura es expresión de una hermandad natural en la historia. Los escritores periodistas, utilizan cada vez mayor las técnicas de la narración literaria para producir sus trabajos, en tanto los escritores literatos a menudo se ayudan del ámbito periodismo.
Esta relación es muy visible en los personajes de alta trayectoria Periodística - Literaria, como García Márquez. Claro, que por cierto no se considera un crimen que el escritor literato sin romper con el expediente de la ficción busque en la realidad la fuente de su verosimilitud.
Por otro lado el contacto entre la literatura y el periodismo, es sumamente profundo, bien podría expresarse que el verdadero mensaje periodístico debería ser como el producto literario, una obra maestra de arte.
Todo esto conlleva a una fuerte convicción de que la mejor arma para que la prensa particularmente el medio escrito prevalezca, está en su calificación estética y afirmación de la credibilidad.
En los últimos tiempos el problema no solo radica en la poca elección y dedicación que le prestan las autoridades y la sociedad para contribuir con los amantes de estética y la investigación, sino la preocupación actual es también por baja calidad académica, el descuido del conocimiento científico, el estatus cultural que no ha experimentado mejora alguna.
La principal causa es fundamentalmente la excesiva proliferación de las universidades privadas, que nacen como entidades con fines puramente lucrativos, y con infinidad de limitaciones académicas que no conducen al desarrollo a muchos educando de esta materia.
En este contexto palpable, por supuesto la inclinación por esta disciplina es severamente minoritaria y deficiente.
Nuestra región y en particular la ciudad de Trujillo lleva como emblema “cuna de la cultura”, este apelativo es un triste recuerdo que sólo ha quedado en el pasado inolvidable. Si César Vallejo, Ciro Alegría, Sánchez Carrión y Antenor Orrego estarían presentes, quizás se sorprenderían de la realidad que viene atravesando los jóvenes de hoy.
Han pasado cinco décadas, desde que estos grupos dejaron iluminar el mundo cálido del norte. Con sus enormes trabajos literarios, quienes dejaron como ejemplo, para las nuevas generaciones venideras. Hoy sólo se observa un minúsculo grupito, vale decir, apenas existentes con alto riesgo por desaparecerse.
El asunto sustancial para resolver una posible baja a esta identidad que forma parte de una riqueza milenaria en la producción literaria es creando nuevos espacios con mayores posibilidades para instruir. Brindar una buena orientación a la juventud para que no dejen de inspirar por los temas culturales, tomando como un paradigma.
Por consiguiente, es momento que autoridades y sociedad en su conjunto cambien el panorama y las expectativas de los escritores literatos y escritores periodistas para recuperar el terreno de nuestras raíces para seguir produciendo los trabajos de arte e investigación.
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